Dani Saldise cumplirá el próximo viernes 12 de enero su partido número 250 vistiendo la camiseta del Club Deportivo Xota. Lo hará en el duelo que mida a Osasuna Magna con el Viña Albali Valdepeñas, encuentro correspondiente a la jornada 17 de la Primera División FS. Por eso, en los minutos previos al partido le será entregada una camiseta conmemorativa de esta cifra.
Natural de Irurtzun, comenzó a jugar al fútbol sala con cinco años y poco a poco fue acumulando experiencias y minutos en todas las categoría inferiores del club, hasta que en la temporada 2013-2014 fue llamado por Imanol Arregui para debutar con el primer equipo.
A los 18 años comenzó a defender la camiseta del equipo profesional, con el que alcanzó diversas participaciones en Copa de España, Copa del Rey y Play Off de liga. Tras salir del club en 2020 y regresar en el pasado mercado veraniego, en esta temporada 23/24 alcanza una cifra icónica como ya han hecho Javi Eseverri, Asier Llamas o Roberto Martil.
«Es un premio a la constancia»
En declaraciones al club, Dani Saldise recibe esta cifra como «un premio a la constancia» y afirma que 250 partidos «no es fácil» alcanzarlos. Valora que lo haya conseguido con el club de su tierra: «Cumplirlos con Xota, con el equipo de mi vida, es una alegría tremenda que me da pie a seguir trabajando para intentar que lleguen más partidos con Xota. Tengo referentes de cuando estuve aquí en mi etapa anterior y ahora tengo la suerte de convivir con ellos, como son Roberto y Asier. Da gusto que ese legado siga con mi persona y me alegra mucho. Me enorgullece y me da ganas de seguir trabajando», explicaba en alusión a otros jugadores que ya han alcanzado esa cifra de partidos en Osasuna Magna.
Preguntado por un momento con el que se quede en toda esta trayectoria, el jugador de Irurtzun dice tener muchos, pero nunca podrá olvidar la final de Copa del Rey en Guadalajara: «Son muchos desde mi debut. Hay varios que tengo señalados pero me quedaría con la final de Copa del Rey que perdimos contra ElPozo. Tengo muy grabado ese partido pero sobre todo dos hechos. Uno cuando salimos a calentar y ver toda la grada verde. Luego también un tiempo muerto que pidió Imanol en la primera parte. Recuerdo que estaba la grada llena y cantaban el Riaú-Riaú a capela. Se me puso la piel de gallina. Recuerdo que Imanol tenía la pizarra y no podía ni mover las ficha de lo nerviosos que estábamos. Además, en ese momento estábamos ganando el partido y lo cerca que teníamos el título. Me quedo con ese recuerdo que no se me olvidará en la vida».